María, Madre de Dios y Madre nuestra, tú siempre fuiste fiel a la voluntad de tu Hijo. Tus intereses eran los intereses de Dios. Ayúdanos a asemejarnos cada vez más a ti.
María, Madre de Dios y Madre nuestra, tú fuiste más dichosa por haber concebido a Jesús más en tu corazón que en tu seno. Nosotros también necesitamos tener a tu Hijo en nuestro corazón; necesitamos estar cada vez más cerca de él, sentirlo como Alguién importante en nuestra vida.
María, Madre de Dios y Madre nuestra, tú te mantuviste en segundo lugar durante los momentos más gloriosos de tu Hijo Jesús. Sin embargo, cuando llegaron las dificultades como buena madre no te apartaste ni un solo momento de su lado. A nosotros también nos gustaría ser como tú. Nos gustaría estar a las duras y a las maduras. Mantener nuesta fe y ser fieles a Dios incluso en las situaciones más difíciles.
María, tú no sólo eres Madre de Dios. También lo eres de nosotros, y cuando se dice que eres Madre es porque realmente es así. Es tu preocupación por nosotros, tu compañía, tua liento, tu ejemplo, tu deseo de engendrar en nuestros corazones a tu Hijo... lo que hace que merezcas este título.
MARÍA, MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA... RUEGA POR NOSOTROS
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